13 abril 2013

10 abril 2013

Korg LP-380 Piano

Max Biaggi con Pirelli y Kawasaki

Recuerdos imprecisos

La enseñanza es un proceso que implica grandes dosis de improvisación y tolerancia. Amparados en el mejor de los casos en una planificación afinada, los maestros enfrentamos en el aula una multitud de interrupciones y sorpresas que nos obligan a actuar con un alto grado de espontaneidad. Y es a partir de estos actos alejados de la planificación y de las actitudes que tomamos cara a cara con nuestros alumnos, donde se teje el recuerdo y la enseñanza de vida que dejaremos en ellos.
Todos recordamos a profesores que han quedado en nuestra memoria como personas entrañables o como seres dignos de burla. Cuando evocamos a algunos maestros, afloran sentimientos de gratitud o injusticia con una fuerza llamativa y esos recuerdos por lo general se apoyan a lo sumo en algún que otro hecho anecdótico, en alguna frase característica y nada más. Casi siempre faltan precisiones pero sobran los sentimientos de justicia o injusticia, coherencia o incoherencia, sensibilidad o dureza que los docentes nos han despertado y han permanecido vivos a través del tiempo.
Cuando después de un día de trabajo pensamos en los frutos de la jornada, en los objetivos específicos que trabajamos con nuestros alumnos, casi siempre nos interesamos también por las formas en que llevamos adelante nuestro trabajo. El arte de enseñar nos obliga a ser conscientes de que no podemos caer en la estrechez del especialista, también y sobre todo enseñamos a los chicos acerca del entusiasmo, del humor, del amor a la verdad y de la humildad frente al error. Valores permanentes pero inconclusos, que mostraremos imperfectos pero que nuestros niños continuarán. Mónica E. López